En la antigua Grecia, más concretamente, en la época de Hipócrates y Aristóteles se creía que las personas que poseían una enfermedad mental poseían un desequilibrio humoral entre los elementos: aire, agua, fuego y tierra.
Con el tiempo, en las épocas antiguas se pensaba que dichas enfermedades eran influencias de demonios y espíritus mágicos. Para liberar a las personas de dichas fuerzas sobrenaturales se utilizaba la técnica de trepanar el cráneo, que tenía como objetivo dejar una puerta abierta para que dichos demonios o espíritus malignos salieran del cuerpo de la persona enferma; que en muchas ocasiones provocaba la muerte.
En la Edad Medieval, se estableció una racionalización teológica por lo que la enfermedad mental se interpretó como un castigo divino por los pecados cometidos, que contrajo la exclusión social de estas personas.
En el siglo XVII, aparecen los primeros asilos y hospitales, dónde se protegían a estos enfermos, dando lugar a la primera revolución psiquiátrica.
En el siglo XVIII, con la aparición de Pinel y Tuke, dio lugar la segunda revolución psiquiátrica. en la cual se fomenta el cuidado de estos enfermos mentales dentro de la comunidad.
En los siglos XIX y XX aparecen los primeros hospitales psiquiátricos y Kraepelin identifica las bases orgánicas de este tipo de enfermedades. Durante de década de los 60, se estudian los factores socioeconómicos además de los biológicos, ya que se comienza a creer, que no solo existe una base orgánica sino que estas enfermedades se ven influenciadas por diversos factores. Con los años, el concepto de salud mental se implica directamente en el concepto de salud, como algo indisociable. Por tanto, la salud mental, lejos de ser la ausencia de enfermedades, problemas mentales y psíquicos, es por el contrario la percepción y conciencia de ellos, y la posibilidad personal y/o colectiva de tratar de solucionalos, modificalos y de intervenir sobre ellos. (VASCO URIBE: VIII CONGRESO DE ENFERMERÍA DE SALUD MENTAL).
La extracción de la piedra de la locura. El Bosco.
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