Cuando nos encontramos ya entrados en el siglo XXI, los esfuerzos de los
diferentes países en general, de la comunidad social y sanitaria en particular para mejorar la
salud de la población son evidentes, no obstante, a pesar de ello todavía se encuentran
dificultades coyunturales que dificultan en ocasiones la puesta en práctica de los diferentes
programas de educación para la salud.
La Educación para la Salud (EPS), significa un nuevo enfoque en la
asistencia sanitaria, en el entendimiento del proceso salud-enfermedad, en la cobertura a
cubrir en la población, en las relaciones profesionales sanitarios-usuarios, en la
metodología y objetivos a conseguir, en definitiva, un proceso educativo dirigido
fundamentalmente a potenciar, promover y educar aquellos factores que inciden
directamente sobre la población en general y el ciudadano en particular.
La EPS se entiende como un instrumento que sirve a los profesionales y a la
población para conseguir de ésta la capacidad de controlar, mejorar y tomar decisiones con
respecto a su salud o enfermedad (Mazarrasa, 1992).
Desde un marco de Promoción de la Salud, en el que se encuadra la EPS
como elemento clave (Carta de Otawa para la Promoción de la Salud, 1986), ésta sería una
forma concreta de trabajo orientada hacia la adquisición, por parte de la población, de
conocimientos y habilidades para intervenir en las decisiones que tengan efectos sobre la
salud.
La EPS, como herramienta de la Promoción de la Salud, tendrá que ocuparse
además de crear oportunidades de aprendizaje para facilitar cambios de conducta o estilos
de vida saludables.
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